En el salón-comedor, la línea que separa el interior y el exterior queda difuminada a través de un gran ventanal y un porche, que sirve de transición y que enmarca el paisaje. En el despacho se invita a trabajar con luz natural. Por último, en la terraza, mediante una intervención tectónica, se busca que nada entorpezca el disfrute del paisaje, sirviendo de mirador privilegiado.
Mientras tanto, en las cuevas existentes se utiliza un lenguaje estereotómico, que dialoga con el nuevo volumen mediante muebles de acero que enmarcan las bóvedas, y que le aportan la funcionalidad y la luz necesaria. En estos espacios se ubican el dormitorio, la cocina y un almacén. La intervención aquí es más puntual, limitándose a sanear.
Por último, se realizan intervenciones puntuales en el resto de espacios, obedeciendo a las reglas marcadas en la intervención de la vivienda, intentando que se ejecuten con un lenguaje común que aporte una visión conjunta.
En suma, la propuesta trata la relación que se establece entre los existente y lo nuevo como una unión de funcionalidad, luz y aire.